Dejar ir.
Dos palabras, muy cortas pero muy largas de conseguir.
He hablado varias veces de esta pequeña frase, pero hoy entiendo el peso de esta fuerza de voluntad.
Y digo peso y fuerza de voluntad porque son luchas emocionales internas muy fuertes por las que no nos atrevemos, por ejemplo el amor, la pasión, la inseguridad, la comodidad, etc., etc., etc.
Tres preguntas que debes hacerte para dejar ir.
¿Merece la pena?
Sea cual sea la emoción que sientas en ese momento, tómala, obsérvala y pregúntate, si vale la pena seguir en esa relación, en esa empresa, en ese trabajo, etc., etc., etc.
¿Durante cuánto tiempo?
¿Cuánto tiempo he dedicado a este proyecto, a esta relación, a este trabajo, etc. etc. etc.?
¿Y yo?
¿Quiero continuar con este trabajo, esta relación, este proyecto?, etc. etc. etc.
Cuando nos hacemos la pregunta de qué quiero, conscientemente, sin engaños, sin ego, únicamente con el corazón, en ese momento, la respuesta llegará a tu vida.
Soy Irma, una mujer de 62 años, y hoy llegue al final de la lección dejar ir.
No importa cuánto tardes, lo importante es llegar.
Cada amanecer es una nueva oportunidad para cambiar, para amar, para empezar.
Aprende a vivir hoy con lo que tienes, agradeciendo cada momento de este maravilloso día.
Marzo, primavera, empieza a hacer cambios en tu vida, empieza a vivir con sinceridad, contigo mismo, con tu corazón.
Paro, respiro, siento el aire entrar por mi nariz, paro y lo suelto tranquilamente el mayor tiempo posible, aprovecho la expiración para soltar todo lo que no me pertenece.
Cierro los ojos, inspiro y al expirar suelto, suelto, suelto. ..............
Nada es mío y nada me pertenece.

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